Un largo atardecer

Amarillo

El amarillo es un color inquietante, como lo fue mi sueño de anoche. Mi avanzado embarazo hace que tenga periodos de insomnio y duermevela con frecuencia. 

La puerta de mi cuarto se abrió y oí las pisadas de mi perra Neko que se acercaban hasta mi cama. 

Había bajado a Castalla tras una llamada también inquietante, donde mi padre me decía que mi perra estaba verdaderamente enferma y que su último aliento no quedaba muy lejos. Cuando oí a Neko acercarse a mi cama supe que estaba soñando, ya que en ese momento era ya incapaz de subir escaleras. 

Sin embargo noté cómo, pegando un ágil impulso, subía a mi cama de un salto, como tantas veces había hecho años atrás. La cama se hundió a mis pies y noté cómo sigilosamente avanzaba en el mullido colchón hasta buscar un hueco para acomodarse a mi lado. 

Era tan física la sensación que tuve que verificar que no era un sueño, y al incorporarme sentí como todo se desvanecía en una simple fantasía nocturna. Neko seguía en el salón, en la parte de abajo de la casa de mis padres, y la puerta de mi cuarto mantenía la fina abertura que dejé cuando me acostaba. Eran las tres de la mañana y ya no pude dormir. Sí bien, entré en un estado de duermevela donde recordé momentos inolvidables con ella. De los que destaco 

el fatídico día en el que, tras asomar su precioso hocico entre los barrotes de la terraza, su querido primer juguete con forma de hueso amarillo que siempre llevaba entre los dientes, calló varios metros hacia abajo hasta quedar inaccesible, enganchado en el andamio de la fachada. 

Si pudiera volver atrás, me hubiera deslizado por la fachada atando varias sábanas hasta dar con él. Hubiera movido el rabo enérgicamente llena de alegría al devolvérselo...


Naranja

...Esta mañana me levanté temprano, con la luz de un sol naranja. Bajé las escaleras y preparé el desayuno. Era un día de estar todos juntos, y aunque algo ojerosos, nos reunimos junto a Neko y comentamos algunos recuerdos compartidos: 

el afán glotón del primer día, cuando llegó a caerse en el cuenco de comida de su madre a pesar de que todavía no comía pienso; los primeros derrapes por el pasillo acabando con el culo golpeando en las puertas tras una intensa carrera; los recibimientos que nos hacía al final del día, donde acudía a la puerta con todo el morro blanco tras haber hecho agujeros en las paredes... 

Ella parecía escucharnos recordar, hecha un ovillo en un rincón del salón, sin levantar la cabeza, esperando un momento que no acababa de llegar...



Rojo

...De pronto se levantó con esfuerzo. Nos quedamos sorprendidos y escuchamos cómo el veterinario avanzaba por el bancal. ¿Le habría sentido llegar ella también? Nunca le gustaron los médicos. Y es una lástima que haya tenido que compartir su último día con uno de ellos. Aunque ahora creo (o quiero creer) que nos lo agradece. Yo por mi parte, llegados a este punto, tengo que agradecer que el veterinario se trasladara hasta casa y no al revés, y también la delicadeza del mismo en la manipulación de mi perra en sus últimos momentos. Me llevo el recuerdo de que la trató con respeto y dignidad. Tras un sedante que la calmó bastante, ella sola fue hasta su cama como diciendo "mi momento ha llegado, lo sé. Yo decido el lugar donde quiero decir adiós". El líquido rojo del barbitúrico se mezcló rápidamente con su roja sangre de animal noble mientras yo le acariciaba con un profundo amor, también muy rojo...


Rosa

...Su rosado corazón se paró, así como el resto de sus longevos órganos. Y no pude reprimir, al ver su cuerpo inerte, ser asaltada por el recuerdo de 

Neko dormida junto a mí tras una larga siesta juntas. Cuando era adolescente podía pasarme horas mirándole cada pelo de su hocico, cada diente, su rosada lengua, sus patas, sus orejas gachas... 

La miraba hoy y no veía diferencia. Incluso tras su muerte seguía siendo bella, seguía siendo la más bella, durmiente...


Violeta

...Dicen que el violeta simboliza el dolor, y el violeta inundó la casa cuando mi madre puso sus dos manos sobre el lomo de mi perra y agachó la cabeza; y cuando mi hermana se arrodilló junto a su hocico y dibujó con el dedo cada almohadilla de su pata izquierda, como si quisiera grabarla a fuego en su memoria. Las lágrimas nos brotaron de los ojos a todos sin excepción. 

En ese momento viajé al pasado donde en verdaderos momentos dolorosos para mí, mi perra avanzaba hasta mi cama y apoyaba su cabeza en mis rodillas. ¡Qué consuelo sentía!...


Azul

...Todo quedó en calma por un momento. Queríamos cerrar el círculo y los chicos envolvieron en una manta el cuerpo de Neko ya sin vida, para trasladarlo al lugar donde descansaría a partir de ahora. Salimos todos a la calle, donde tanto le había gustado salir a correr y jugar a lo largo de su vida. El cielo lucía de un azul intenso y radiante. Mi madre quedó un poco más atrás, cerrando puertas y no pude no acordarme de 

lo que le gustaba a Neko tener "al rebaño" todo junto. Su naturaleza de perro pastor hacía que corriera por el campo para que nadie quedara rezagado en el camino. 

Así que grité "¡esperad a mamá!" Una vez todos juntos, los chicos dejaron con mimo a Neko en su nicho y yo deposité encima una ramita de almendro tempranamente florecido...



Negro

...Bajo tierra todo es oscuridad. No hay lugar para la luz, ni el ruido. Pero sí para la Paz, el descanso, la tranquilidad y el recogimiento. No hace falta luz ahí abajo, porque Neko brilla en el suelo de Castalla y en el cielo de cada uno de los corazones de las personas que tuvimos la suerte de coincidir en nuestra vida con ella.




El último día de Neko fue un largo atardecer con colores cambiantes que traspasaron nuestra alma, en este 3 de febrero que no olvidaré jamás.  













Adiós bella Neko, 
te echaré mucho de menos perra mía.


Comentarios

  1. Bea, me he quedado sin palabras. Sólo decirte que tú sí las tienes para describir lo que es el amor, el amor incondicional, y que jamás hubiera podido describirlo de modo tan bello como tú lo has hecho.
    Me acuerdo de Neko, me acuerdo de lo mucho que la querías, y me puedo imaginar tu dolor, pues yo también pasé por esta experiencia. Nunca se está preparado para esto...aunque sepas que un día va a ocurrir.
    Te mando todo mi cariño y muchos besos. Vas a ser una madre maravillosa, estoy segura. Estás llena de luz. No cambies.

    (He llorado un montón leyendo)

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    1. Tus palabras me alientan Lucía. Muchas gracias, amiga.

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  2. Bea, siempre la tendremos en nuestros corazones. Aunque se nos llegue a quitar esta profunda pena que tenemos, nunca podremos, ni querremos, olvidar al miembro más peludo de nuestra familia.

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  3. Precioso Bea. No he podido terminar de leerlo... Quien me vea ahora con el pañuelo limpiándome los lagrimones!
    Cuánta felicidad y tristeza, cuando se van, te aportan estos grandes amigos pelosos.
    Lo siento de corazón, mil besos.

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